El estanque de Siloé
El
hombre que fue sano en este milagro era ciego de nacimiento, en sus
pensamientos no cabía
la posibilidad de algún
día
ver los colores, la naturaleza, el rostro de los seres queridos, el
vivía
una vida distinta, acostumbrado a no tener lo que otros tienen, en su
infancia tuvo un aprendizaje distinto a los de los demás
niños, con muchas preguntas, muchos temores, muchas angustias.
El
tiempo no curo sus heridas, pero si se endurecieron formando una
cascara inquebrantable. Todo el mundo ya lo había catalogado a el
como alguien despreciable por su condición y a su familia sospechosa
de la responsabilidad de su deficiencia visual.
Al
igual que nosotros, que vivimos con nuestras incapacidades, las
cuales las aferramos a nuestro corazón como perpetuas, para que no
molesten tanto ni la herida sangre, mas bien nos conformamos con que
se haga una cascara y acostumbrarnos para que lo que digan los demás
no nos afecte tanto.
Pero
un día vimos a la Luz del mundo, a Jesucristo, que no nos juzgo, mas
bien nos amó primero, formando lodo de la tierra, al igual que en el
jardín del Edén creando a Adán, nos unto los ojos con sus manos,
como un alfarero restaurando la grieta de su pieza favorita.
Ahora
queda en nosotros ir al estanque de agua viva, que nos lava y nos da
esa vista que nunca tuvimos, nos hace libre a través de su verdad
escrita en su Palabra, Siloé significa enviado, como el Espíritu
Santo que Jesús prometió que enviaría cuando el resucite de entre
los muertos para perdonar todos nuestros pecados y darnos vida
eterna.
Aquello
que te este impidiendo ver, entregalo en sus manos.
Excelente, para masticar...
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